lunes, 9 de marzo de 2020

Emergencias obstétricas






DIPLOMADO EN AEROMEDICINA Y TRANSPORTE AEREO DE CUIDADOS CRITICOS
Presenta: LE. Karina Yazmin Guzmán Quintana
Profesor: Jaime Charfen Hinojosa

Marzo 2020

EMBARAZO ESPONTÁNEO

El aborto espontáneo se define como la pérdida involuntaria del embarazo antes de que el feto sea viable, o sea, a las 22 semanas de gestación. Se denomina aborto precoz a aquel que ocurre antes de las 8 semanas de gestación, correspondiendo al 80% de los abortos espontáneos. El resto ocurre entre las 13 y 14 semanas de gestación y se denominan como abortos tardíos. Esta clasificación tiene cierta utilidad clínica ya que la mayoría de los abortos precoces corresponden a huevos aberrantes o anembriónicos, mientras que los abortos con feto son generalmente tardíos.
Las respuestas biológicas características de un aborto espontáneo son la hemorragia y el dolor.
En todo aborto, la mujer debe pasar por un trabajo de parto (aunque en menor medida) en el cual el sangrado y el dolor físico serán protagonistas con todo lo que ello implica a nivel corporal y emocional.
El aborto es un evento devastador (Swanson, Connor & Jolley, 2007) ya que la madre debe parir un hijo no desarrollado desde lo biológico y muerto desde lo simbólico lo cual es un hecho extremadamente doloroso tanto física como afectivamente (Mariutti, Almeida & Panobianco, 2007).
La base principal para el manejo del aborto es su diagnóstico. Desde hace 20 años se dispone de tecnología que facilita el diagnóstico temprano del embarazo, lo que ha permitido avances en el manejo de la amenaza de aborto y del aborto espontáneo y en los cuidados prenatales. La ultrasonografía y la prueba de gonadotropina coriónica (hCG) facilitan el diagnóstico y el manejo de pacientes con un embarazo anormal.
Las pacientes con aborto espontáneo temprano pueden presentar sangrado transvaginal, dolor abdominal o bien estar asintomáticas. A la exploración física presentan un útero de menor tamaño que el que debería corresponder al periodo de la amenorrea y en el caso de sangrado activo los productos de la concepción pueden ser evidentes en el canal cervical o en la vagina. En pacientes con embarazos mayores, se encuentra la misma sintomatología, pero de mayor intensidad y las modificaciones cervicales son habitualmente más evidentes. En las pacientes asintomáticas o con poca sintomatología y en aquellas con embarazos pequeños, la valoración ultrasonográfica es indispensable.
El diagnóstico diferencial ante la presencia de sangrado transvaginal debe realizarse con los siguientes cuadros:
       Anormalidades cervicales (friabilidad, traumas, pólipos, procesos malignos),
       Sangrado idiopático,
       Embarazo ectópico,
       Enfermedad gestacional del trofoblasto (mola hidatiforme)
       Hemorragia subcoriónica.
Se piensa en embarazo ectópico cuando se está ante la presencia de amenorrea, útero de tamaño no acorde a fecha de última menstruación, palpación de masa en anexos, dolor a la movilización del cuello uterino, niveles de HGC-ß alrededor de 2.000 mIU/ml y ultrasonografía transvaginal o abdominal que reporte útero vacío. La presencia de amenorrea, sangramiento genital tipo metrorragia de coloración negruzca, útero blando de tamaño superior al esperado por amenorrea, toque del estado general, dolor en hipogastrio, hipertensión arterial, valores de HGC-ß por encima de 100.000 mIU/ml y ultrasonografía con imagen en racimo de uvas establece el diagnóstico de enfermedad gestacional del trofoblasto.
Son múltiples los factores que aumentan las probabilidades de sufrir abortos espontáneos, entre ellos tenemos:
       Antecedentes de abortos previos, a mayor número mayor riesgo.
       Reproducción en edades extremas tanto de la madre como el padre dado por la mayor prevalencia de alteraciones genéticas. La edad recomendada para embarazarse se ubica entre 25 y 35 años.
       Patologías uterinas aumentan éste riesgo, mujeres mayores de 36 años en adelante con cariotipo normal y con enfermedades como miomatosis uterina, pólipos endometriales registran porcentajes más elevados de aborto espontáneo.
       Descontrol metabólico en embarazadas con diabetes mellitus tipo I y II, el control de glicemia y hemoglobina glicosilada previo al embarazo disminuye la incidencia de abortos.
       Presencia de anticuerpos antifosfolipídicos y anticardiolipinas se asocian a producción de aborto, existen correlatos con lupus eritematoso sistémico.
       El consumo de alcohol y tabaquismo al igual que el de cocaína aumenta el riesgo.
       El sobrepeso y la obesidad, IMC superior a 25, han sido relacionados con abortos, por lo tanto a toda mujer con estas condiciones debe recomendársele reducción de peso antes de planificar un embarazo.

El cuidado prehospitalario y en niveles de baja complejidad debe proporcionar cuidado de emergencia con posibilidades de reanimación inicial a todas las pacientes para la remisión oportuna a un nivel de mayor complejidad, lo cual incluye:
       Monitoría hemodinámica continua de signos vitales.
       Oxígeno suplementario continuo a alto flujo (máscara con reservorio a 12 – 15 l/min).
       Dos accesos venosos 16 o 18 de buen calibre para administración de cristaloides (solución salina normal o lactato Ringer).
       Monitoría de la cantidad de sangrado vaginal.
       Monitoría de la frecuencia cardiaca fetal.
       Tratamiento de choque hipovolémico, si es necesario.


domingo, 1 de marzo de 2020

Emergencias toxicológicas





EMERGENCIAS TOXICOLÓGICAS
La atención del paciente intoxicado requiere una evaluación adecuada, efectiva, ágil y minuciosa que cuente con un interrogatorio enfocado y preciso, además de una evaluación física completa. Elementos indispensables para poder ubicar al paciente en cualquiera de los diferentes toxidromes, lo cual ayuda a orientar frente a la posible causa de la intoxicación y de esta forma realizar la aproximación diagnostica acertada y ofrecer el tratamiento más adecuado en cada situación en especial.

Anamnesis
La adecuada anamnesis al paciente y acompañantes, es la base para una correcta aproximación diagnostica, por lo tanto es necesario indagar sobre: edad, ocupación, pasatiempos, antecedentes patológicos, antecedentes farmacológicos (medicamentos, vitaminas, productos herbales y homeopáticos), antecedentes toxicológicos (uso y abuso de sustancias psicoactivas y la exposición a las diferentes sustancias químicas), también es necesario interrogar frente a las sustancias que se encuentran disponibles en el hogar, tales como medicamentos, productos de limpieza o plaguicidas, que puedan orientar hacia la causa de la intoxicación. Procurar siempre recuperar el empaque del tóxico o medicamento implicado.
Incluir el interrogatorio a familiares y amigos, e incluso al personal que ingresa el paciente al servicio de urgencias para reconstruir la historia clínica. Se debe aclarar la vía y tiempo de exposición, así como el nombre exacto de la sustancia (los nombres comerciales pueden no corresponder al cuadro clínico esperado).
Nunca se debe olvidar que más de un tóxico o medicamento pueden estar implicados en el cuadro del paciente.
Examen físico
En un paciente, en quien se sospecha o se sabe de una intoxicación, es necesario tratar de realizarle un diagnóstico sindromático para lograr una orientación frente a la causa toxica de las manifestaciones, con las que cursa el paciente. Esta herramienta tiene una alta importancia en pacientes con alteración en el estado de conciencia, o cuando no se refiere de manera adecuada la sustancia implicada en la intoxicación.
Los toxidromes corresponden a un conjunto de signos y síntomas específicos que orientan hacia la posible sustancia que causa la intoxicación. La evaluación física del paciente debe ser ordenada y adecuadamente estructurada para no perder elementos que puedan ayudar a realizar un diagnóstico eficaz.
Se debe iniciar con la evaluación de las condiciones clínicas del paciente, donde se puede incluir la técnica de evaluación basada en el ABC (airway, breathing and circulation), para identificar situaciones que comprometan la vida y requieran intervenciones inmediatas, al mismo tiempo se debe realizar la evaluación del estado de conciencia, continuar con los signos vitales del paciente y realizar una exploración céfalo caudal minuciosa del paciente. Nunca se debe olvidar que, en el escenario del paciente intoxicado, el electrocardiograma es una herramienta básica, que hace parte también del examen general del paciente.
Signos vitales
La evaluación de los signos vitales puede orientar frente a posibles causas de la intoxicación, mas es de recordar que lo ideal es realizar un diagnóstico sindromático, el cual podrá orientar mucho más frente al agente causal de la intoxicación.


Olor
A pesar que la percepción del olor es algo que puede entrar en el campo de la subjetividad existen algunos olores que clásicamente se han asociado a algunas sustancias como lo son:
Ajo: organofosforados
Gasolina: hidrocarburos
Peras: hidrato de cloral
Frutas: cetosis por isopropranolol
Zanahoria: intoxicación por cicuta
Almendras amargas: cianuro
Huevos podridos: sulfuro de hidrogeno

Piel
La evaluación minuciosa de la piel brinda herramientas para orientar frente a una causa toxica en el paciente. Es necesario evaluar la presencia de sudoración, el color y la temperatura. Se debe verificar que no existan parches de medicamentos o emplastos que puedan ser los causantes de la intoxicación.
Dentro de los hallazgos que se pueden encontrar se tienen:
Coloración azul: metahemoglobinemia.
Coloración roja o rosada: cianuro, monóxido de carbono, síndrome anticolinérgico, ácido bórico, niacina, o intoxicación escombroide (por pescados y mariscos).
Bulas o ampollas: fenobarbital, salicilatos, accidente ofídico o picadura araña loxoceles.
Seca: toxidrome anticolinérgico
Diaforesis: toxidrome colinérgico, accidente por escorpiones

Pupilas
La evaluación del tamaño de la pupila y su reactividad, ayudan al enfoque, en el diagnóstico del paciente intoxicado. Los hallazgos clásicos corresponden a miosis o midriasis siendo sustancias causantes de dichas alteraciones, las siguientes:
Miosis: organofosforados, carbamatos, opioides, clonidina, captopril, sedantes (barbitúricos, etanol, benzodiacepinas), hongos, fenoxiherbicidas, amitraz.
Midriasis: cocaína, anfetaminas, nicotina, LSD, neonicotinoides, atropina, escopolamina, xantinas, sustancias anticolinérgicas, síndrome serotoninérgico.

Boca y nariz
Sialorrea: organofosforados o carbamatos, accidente por escorpiones.
Úlceras orales: cáusticos.
Xerostomía: anticolinérgicos, anfetaminas y metanfetaminas.
Residuos de polvo en la nariz: sospechar sustancias de abuso como cocaína o heroína si es blanco, heroína si es café o ketamina si es rosado.
Peristaltismo
Se considera normal entre 12 y 30 ruidos peristálticos por minuto. Las alteraciones en el peristaltismo pueden asociarse a:
Disminución: toxidrome opioide, anticolinérgico y sedante hipnótico
Aumento: toxidrome colinérgico y serotoninérgico, abstinencia a opioides

Examen neurológico
Identificar la necesidad de protección de la vía aérea, especialmente si se va a realizar descontaminación gastrointestinal. Las manifestaciones más comunes son:
Depresión neurológica: sedantes, plaguicidas, anticonvulsivantes, opioides.
Agitación: anticolinérgicos, adrenérgicos, serotoninérgicos, delirium tremens.
Convulsiones: delirium tremens, organoclorados, plaguicidas, simpaticomiméticos.
Temblor: delirium tremens, litio, cafeína, teofilina, o anticonvulsivantes.
Rigidez muscular: estricnina, síndrome neuroléptico maligno.
Debilidad muscular: botulismo, accidente ofídico elapídico, síndrome intermedio.
Fasciculaciones: sustancias colinérgicas.
Cuando se realiza una correlación adecuada de las manifestaciones clínicas evidenciadas en el paciente tras la evaluación clínica, se puede llegar a la conclusión de un diagnóstico sindromático que brinda la posibilidad de una mejor aproximación diagnóstica.



TOXINDROME ANTICOLINERGICO

Se caracteriza por la reducción de la actividad de la ACh, ya sea por disminución en la producción, liberación, activación de receptores específicos o en la recaptura de colina, así como por un aumento en la degradación de la ACh. Los agentes anticolinérgicos se categorizan en tres grupos:
Antimuscarínicos
Bloqueadores neuromusculares no despolarizantes
Bloqueadores gangliónicos
Cuadro clínico
Debido a la explicación previa de los efectos de los anticolinérgicos sobre la pupila, es fácil recordar que una característica clínica particular de este toxíndrome es la midriasis sin respuesta a la luz.
Ya que la entrada de luz al globo ocular se encuentra sin restricción, los pacientes refieren visión borrosa, dificultad o incapacidad para enfocar objetos y fotofobia. Asimismo, la ausencia de acetilcolina en los órganos y tejidos que dependen de ésta para su función se encuentra hipofuncionales (ausencia de sudoración, íleo, retención urinaria, sequedad de mucosas, piel seca y caliente). Los efectos antagónicos de los anticolinérgicos sobre los receptores muscarínicos ocasionan taquicardia.

TOXINDROME COLINÉRGICO

El toxíndrome colinérgico consiste en una estimulación excesiva de los receptores de ACh y puede ser consecuencia de un incremento en la producción o liberación de ACh, así como de una inadecuada degradación de la misma en la sinapsis. Dicha actividad acumulada de la ACh tendrá entonces como efecto una estimulación excesiva sobre las glándulas y los órganos (salivales, lagrimales, sudoríparas, músculo liso en intestino, vejiga, etc.) cuya función se rige por esta sustancia, lo cual resulta en hipersecreción o hiperestimulación.
Cuadro clínico
De acuerdo con los receptores involucrados en la estimulación excesiva por ACh, se puede subdividir este toxíndrome en manifestaciones muscarínicas y nicotínicas, lo que ayuda a considerar la posibilidad de un cuadro mixto que no excluiría el diagnóstico, dependiendo de la sustancia colinérgica involucrada (predominio de mani- festaciones muscarínicas o nicotínicas) y del tiempo de evolución de la intoxicación.
Es común encontrar, por ejemplo, un predominio (aunque no de manera exclusiva) de manifestaciones muscarínicas en el paciente con una intoxicación aguda por organofosforados, aunque después en la evolución del cuadro, si no se realiza el tratamiento adecuado para revertir la inactividad de la AChE, pueden presentarse manifestaciones nicotínicas resultantes del envejecimiento ( aging ) de dicha enzima. Esta subdivisión influye en el modo de manejar al paciente con un toxíndrome colinérgico, ya que algunas manifestaciones muscarínicas como broncorrea, broncoespasmo y bradicardia (las llamadas “B asesinas” o killer Bees ), que ponen en peligro la vida del enfermo de manera inmediata, son revertidas mediante la adminis- tración de atropina, sustancia que no tiene ningún efecto sobre las manifestaciones nicotínicas. De hecho, el objetivo del manejo con atropina se refiere a lograr un estado de “atropinización” caracterizado por el control de broncorrea, rubicundez facial y discreta taquicardia.

TOXINDROME SIMPATICOMIMETICO

El toxíndrome simpaticomimético se caracteriza por un incremento en la actividad simpática o adrenérgica (catecolaminas) en los receptores a y β a niveles tanto central como periférico. Los mecanismos de protección y emergencia ante situaciones de peligro y estrés están regidos por el sistema simpático. En una situación de peligro se activa este sistema incrementando el flujo sanguíneo a músculos, corazón y cerebro, y disminuyéndolo en otras áreas menos importantes, para de esta forma adaptarse a una mayor actividad física.
Se liberan neurotransmisores que modulan una excitación neuronal, la cual permite la solución más rápida de problemas, y se produce midriasis para captar la luz con mayor facilidad. De este modo se incrementa la capacidad visual y se crea diaforesis para enfriar el cuerpo ante una actividad física mayor. Dadas estas características, a este estado se le denomina “de huida o defensa”.
Receptores adrenérgicos Se puede clasificar a los receptores adrenérgicos en a y β .
Receptores β : se dividen en tres subtipos, β 1, β 2 y β 3: – Receptores β 1: se ubican principalmente en tejido miocárdico – Receptores β 2: se encuentran tanto en tejido miocárdico como en tejido periférico (causan especialmente vasodilatación) – Receptores β 3: se sitúan de forma predominante en tejido graso, aunque también pueden estar en corazón, colon, vejiga y músculo esquelético. Su estimulación a nivel cardiaco puede tener efectos inotrópicos negativos
Receptores a : se subdividen en receptores a 1 y a 2: – Receptores a 1: se encuentran en tejidos periféricos y su estimulación resulta en vasoconstricción – Receptores a 2: inhiben la liberación de ACh y también pueden causar vasoconstricción. A nivel cortical se produce disminución simpática y, por lo tanto, sedación Cuadro clínico La frecuencia cardiaca se encuentra aumentada, el paciente puede referir palpitaciones e incluso dolor precordial secundario a vasoespasmo coronario con la sobredosis de sustancias como cocaína. Debido al incremento en la frecuencia cardiaca acompañada de hipertensión y esta- dos de ansiedad, es común que se considere la administración de un β -bloqueador dentro del manejo; sin embargo, existe controversia acerca de los efectos alfa sin oposición resultantes del bloqueo beta que pudieran favorecer un mayor vasoespasmo coronario. Actualmente no existen evidencias concluyentes que apoyen o contraindiquen su uso en seres humanos.
Los mecanismos que provocan un incremento de la temperatura corporal incluyen: aumento en la actividad muscular, agitación, excitabilidad e incluso crisis convulsivas. Es importante tener una medición confiable de la temperatura corporal, por lo que se recomienda la vía rectal. La ansiedad, agitación y excitabilidad suelen ser la presentación clásica de los pacientes intoxicados con simpaticomiméticos. Las crisis convulsivas son comunes al igual que el delirio; algunas sustancias pueden desencadenar alucinaciones (p. ej., metanfetaminas o también llamadas cristal) y estados de psicosis aguda.
El estado de la piel y de las mucosas permite diferenciar este toxíndrome del anticolinérgico ya que el paciente presenta diaforesis y mucosas húmedas, a menos que se desarrolle deshidratación secundaria a agitación intensa o hipertermia con una adecuada ingesta de líquidos (p. ej., éxtasis). La peristasis suele ser variable aunque siempre está presente; los efectos serotoninérgicos y dopaminérgicos pueden aumentarla y no existe retención urinaria. Las pupilas están midriáticas pero, a diferencia de las presentaciones anticolinérgi- cas, suelen encontrarse con reactividad a estímulos luminosos. De esta forma es como se distinguen los dos toxíndromes. Pueden presentarse espasmos, especialmente en los músculos de la cara, caracterizados por bruxismo o espasmos de la mandíbula (p. ej., con la cocaína, el éxtasis o cristal).
El manejo de estos pacientes se orienta a corregir las manifestaciones de ansiedad, agitación, crisis convulsivas y la resultante hipertermia por actividad muscular incrementada mediante benzodiazepinas. La dosis requerida se determina por la respuesta clínica (dosis-respuesta) tras el suministro de dosis repetidas a intervalos de 5 a 15 o más minutos dependiendo de la ruta de administración (intravenosa vs. oral). El uso de antipiréticos no está indicado debido al mecanismo fisiopatológico de la hipertermia, ya que la administración de benzodiazepinas es suficiente para el control de la agitación o crisis convulsivas y, por consiguiente, la mejoría de la taquicardia, hipertensión e hipertermia.

TOXINDROME SEDANTE HIPNOTICO

El toxíndrome sedante-hipnótico es por definición aquel en el que el paciente se encuentra con depresión neurológica y signos vitales normales. Por lo común, las sobredosis o intoxicaciones por este tipo de sustancias están acompañadas de una preocupación excesiva por revertir el efecto depresor neurológico; sin embargo, se debe recordar que el uso de antagonistas (p. ej., flumazenil para benzodiazepinas) debe reservarse para situaciones específicas en las que no exista contraindicación alguna para su uso, como antecedentes de epilepsia, trauma de cráneo, uso crónico de benzodiazepinas o coingestas de otros fármacos proconvulsivantes (p. ej., antidepresivos tricíclicos) que podrían no identificarse durante el interrogatorio inicial.
En general, las sobredosis accidentales en niños, frecuentemente ocasionadas por un solo agente sedante-hipnótico, no se traducirán en depresión respiratoria, a diferencia de las sobredosis masivas de uno o más sedanteshipnóticos o las mezclas de varios de ellos, como ocurre en ingestas intencionales con fines suicidas que pueden acompañarse de depresión respiratoria por un efecto sinergista.
El toxíndrome sedante-hipnótico es secundario a una compleja mecánica e interacción entre diferentes neurotransmisores, como el ácido gamma-aminobutírico (GABA), la glicina, el glutamato y el aspartato. Ácido gamma-aminobutírico.
El GABA es uno de los dos neurotransmisores principales con efectos inhibidores en el sistema nervioso central (SNC) (el otro es la glicina). Todas las sustancias con efectos en receptores GABA producirán depresión del SNC, mientras que los efectos antagónicos sobre este neurotransmisor producirán excitación. El GABA es sintetizado a partir de glutamato por la de piridoxina (vitamina B 6 ).
En la práctica clínica esto se traduce en la importancia de metra, los cuales interfieren en la utilización de piridoxina y, por lo tanto, producen crisis convulsivas refractarias al manejo habitual con benzodiazepinas, obligando la administración de piridoxina en su lugar o de manera conjunta. La glicina es el segundo neurotransmisor con mayor actividad inhibidora en el cuerpo; actúa principalmente en la membrana postsináptica a nivel de médula espinal y parte baja del tronco cerebral. Una vez más, la similaridad entre glicina y GABA se hace notar al hablar de sus receptores, ya que los de la glicina son significativamente similares a los del GABA.
El glutamato es el principal neurotransmisor excitatorio en el SNC; se utiliza en actividades como la memoria, el aprendizaje, la locomoción y la percepción. El aspartato es otro neurotransmisor cuya actividad es similar a la del glutamato, aunque la afinidad de los receptores para su interacción es limitada. En conjunto se puede hacer referencia al glutamato y al aspartato como aminoácidos excitatorios (EAA).
Cuadro clínico
Las manifestaciones clínicas del toxíndrome sedante-hipnótico son precipitadas por un exceso de impulsos inhibidores o una ausencia de impulsos excitatorios. La frecuencia cardiaca puede disminuir y el riesgo de depresión respiratoria incrementar en sobredosis masivas con un solo agente, o bien, mediante el sinergismo de dos o más sedantes-hipnóticos (p. ej., alcohol más benzodiazepinas o alcohol más hidrato de cloral [o clorado]). La presión arterial también tiende a disminuir debido a los efectos inhibidores sobre la liberación de la mayor parte de las catecolaminas. Aunque la temperatura no suele alterarse, en el caso de pacientes con depresión neurológica intensa, la inactividad y las condiciones ambientales pueden resultar en hipotermia. La peristalsis generalmente se encuentra disminuida y el tamaño pupilar puede ser variable aunque con tendencia a la miosis y a una respuesta pupilar lenta, mas no abolida (hiporreactivas). La miosis ocurre en relación con el estado de sedación del paciente y el fármaco ingerido, por lo que es posible que no se presenten cambios de tamaño en algunos casos, incluso bajo sedación profunda. A nivel neurológico puede haber limitación en las funciones cerebrales superiores, ataxia e hiporreflexia, somnolencia e incluso coma; ciertos sedantes-hipnóticos pueden provocar un cuadro transitorio previo con delirio, excitación o combatividad

Emergencias obstétricas

DIPLOMADO EN AEROMEDICINA Y TRANSPORTE AEREO DE CUIDADOS CRITICOS Presenta: LE. Karina Yazmin Guzmán Quintana Profesor: Jaime Ch...